El pecesito mágico

 Existió una vez un pequeño pez que nadaba completamente solo a través del océano; a pesar de la obscuridad en las profundidades, nuestro pequeño amigo irradiaba algo que nadie podía definir pero que lo hacía sumamente especial.

Un buen día, la corriente lo llevó cerca de la playa donde una mujer le extendió sus manos, el pequeño animalito intrigado por conocerla se acercó confiado.


 

"que pecesito tan raro" se dijo a si misma mientras lo llevaba a su casa, donde le colocó en una pecera. Ahí todos y cada uno de los moradores de la casa se inquietaban al no saber que lo hacía tan especial. Un científico quiso una muestra viva para estudiarlo: tomó una escama, pero al sacarla fuera del agua ésta se disolvió transformándose en liquido y escurriéndose de vuelta, lo intentó una y otra vez sin éxito.

Pero a pesar de que cada intento lo desangraba lentamente, el pececillo no moría, intentaron tomar sangre pero era tan pequeño que temían que la aguja pudiera matarlo.

"Tal vez el agua salada ayude a tomar una muestra" pensaron. 

Era tanta su curiosidad que decidieron devolverlo al mar, pero para prevenir que se alejará lo colocaron dentro de una bolsa hecha a base de hilo. El inteligente animalito logró escapar, llevándose consigo aquel primer contacto con la tierra. 

Aquella fina atadura se enredaba en sus escamas, impidiéndole nadar lejos, a pesar de lo que había vivido, el pececillo seguía siendo confiado e ingenuo, y cada vez que sentía calor se acercaba a las manos de las personas, quienes al contemplarlo siempre se preguntaban "¿Qué es lo que hace especial al pececito?" amarrándole hilo tras hilo el pececito seguía escapando y rompiendo anzuelos hasta quedar envuelto en una enorme madeja de hilos que finalmente le impidieron nadar.

Un niño vio aquella madeja flotando en la playa, la sujetó con ambas manos y vio en su interior un pequeño pez que brillaba de una forma peculiar. Cuando el pez se percató de la presencia lo observó con enormes ojos que parecían preguntarle "¿Qué me vas a hacer?"

otras personas habían tratado de cortar los hilos, pero los nudos eran tantos que cuando intentaban deshacerlos terminaban por destriparlo, y creyéndolo muerto lo volvían a dejar a la deriva. Pero no éste niño quien al sentir un pequeño indicio de daño, devolvía el hilo y con mucho cuidado buscaba una nueva manera

Le tomó tiempo, pero finalmente logró crear un pequeño espacio por donde el pececito pudiera nadar para liberarse. Al verse libre al fin el pez no se alejó, por el contrario nadó a su alrededor perdidamente enamorado de su calor.

- Vete amiguito, - le dijo al alejarse - no te enredes otra vez. - el niño vivía en la tierra y cual criatura terrestre debía volver a ella.

Desconsolado, el pequeño pececito se adentró a las profundidades del mar buscando una forma de dejar atrás su naturaleza acuática atrás...

 

Continuará...

 



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